Kenpo Kai tiene tres fases de aprendizaje. Cuando empezamos, como todo, aprendemos imitando. Por eso es tan importante que la persona que estemos imitando sea una referencia. No me refiero sólo a la técnica. Hay personas con una técnica alucinante, pero a veces vemos a esa persona y hay algo dentro de ti que te hace dudar de si realmente quieres guiarte por él.
En Japón tienen un dicho "si no lo entiendes, no lo has practicado lo suficiente." Si imitas y repites algo durante mucho tiempo, con el tiempo conseguirás dominarlo. Pero sólo acabas dominando algo cuando realmente lo entiendes, ¿no?
Entonces, ¿cómo pasas de repetir algo que no entiendes a dominar lo que entiendes?
No creo que haya una sola fórmula. Pero creo que la clave está en elegir bien a aquella persona que te enseña. Por eso cuando hablamos de un instructor en Kenpo Kai, o hablamos de un sensei, no es una persona que te da clase y ya está. Es una persona que te acompaña. Una vez tuve un debate con un alumno que a su vez, es amigo y mentor (eso es, relee los últimos tres calificativos) respecto a este tema. Vinimos a concluir que hay una diferencia entre profesor que te recita la lección y deja a tu suerte, y maestro.
No voy a decir nada de la pandilla de cinturones blancos que hay en la foto.
A veces se nos olvida que lo que practicamos es un arte marcial. Como tal, conlleva transmitir valores, tradiciones, cultura...Pero por un lado es un sistema de defensa personal, y por otro es un arte. ¿De qué sirve aprender un sistema de defensa personal si no nos funciona a nosotros mismos?
Cada uno somos diferentes. Y como individuos diferentes que somos, después de repetir e imitar lo que no entendemos, hay una segunda fase de aprendizaje: adaptar.
Esta adaptación no es hacer lo que nos da la gana y lo adaptamos a lo que nosotros queremos hacer. Es una adaptación a nosotros como individuos. Tenemos diferencias físicas, pero también tenemos diferentes formas de sentir, y de ver el mundo.
Cuando alguien nos pregunta: ¿a quien admiras? Creo que nos aperecerán una, dos o cinco personas en mente dependiendo a qué tema nos refiramos. Y muchas veces, aunque no seamos conscientes de ello, hay personas que aunque no les tengamos presentes en el dia a dia, cada vez que cruzamos caminos hay un sentimiento de idolatría.
Hace muchos años estuve entrenando en el Honbu Dojo de Kenpo Kai, y ahí había una profesora. En ese momento yo no sabía quién era en cuanto titulos, rangos, años de experiencia, pero sí había algo dentro de mí que decía "fíjate en ella". Tenía una forma de moverse, de hablar y de tratar a los alumnos que me causaba admiración. No era por una patada voladora con triple mortal, no era porque cuando te daba un golpe sentias tus organos internos. Simplemente era lo que transmitía.
Esto fue antes de saber que es una de las mujeres más importantes dentro de las artes marciales en España, o saber que fue la primera mujer del mundo en convertirse en Shihan (Gran Maestra) de Kenpo Kai. También fue antes de conocerla un poco más a fondo, sus orígenes, sus valores y lo que significa para ella enseñar y el Kenpo Kai. Pero sobretodo antes de darme cuenta de los muchas personas que tambén la ven a ella con ese respeto, casi veneración. Como la veia yo antes de tener la suerte y el privilegio de conocerla un poco más a lo largo de los años.
Llevabamos días enterenando 6, 7, u 8 horas al dia, y aun quedaba semana por delante. Ya habiamos compartido unos cuantos desayunos, comidas y cenas todos juntos pero aun no habia cruzado más de dos palabras con ella. Sólo le veía en el tatami y sin pedirselo me daba instrucciones y correcciones.
En algún momento me pidió que realizase un kata. Una, y otra y otra y otra vez. Y otra y otra! Parte del proceso de repetir supongo. Era duro, pero como decía antes, si imitas a alguien al que admiras, aunque cueste, no lo haces con desgana.
Seguí repitiendo, frustrado porque parecía que no terminaba de hacerlo en condiciones. (En esa época, pensaba que con hacer los movimientos correctos era suficiente para que un kata estuviera bien) Asi que frustrado y sudoroso, me acerqué y pregunté a la Shihan Pilar Martinez que estoy haciendo mal. Me dió un par de apuntes. Y como cualquier practicante al recibir una corrección pregunté algo del tipo: "pero es así, o es asá".
Conociendome y recordando ahora el momento seguramente fue algo más como: "entonces aquí estoy luxandole el brazo y luego le pincho los ojos a otro atacante. ¿Como puede ser? Si me estoy defendiendo de uno ahora. No se que estoy haciendo. ¿Que estoy haciendo?"
Y entonces la Shihan Pilar Martinez me preguntó algo que resonó dentro de mi muy fuerte. Me pilló completamente desprevenido, y durante un fragmento de instante estuve en algo parecido a shock. Cosa que he vuelto a sentir cada vez que me lo ha vuelto a preguntar las cuatrocientas sesenta y tres veces desde entonces.
¿Y tú,? ¿que crees que estás haciendo?
Leelo otra vez. Mas despacio. Ella lo dice con una voz calmada y una sonrisa que parece decirte "todo esta bien". No era de forma sarcástica, sino que parecia preguntarlo de forma genuina. Que sorpresa fue en ese momento que una gran maestra me preguntase a mi, mi opinion. Una gran maestra al que sin tener mucho contacto ya se habia ganado mi respeto. El que se interesase en saber mi opinión me confundió muchísimo. Mi opinion respecto a un kata. Es como si mi profesor de matematicas me preguntáse que, qué pienso que significa 2+2=4
Le di mi opinion, algo titubeante. En ese momento creo que dije una burrada como un templo, el equivalente a ordeñar unicornios. Simplemente se rió, me dijo que no y me lo explicó de otra manera. ¡Ojo! No me dijo lo que yo estaba haciendo, ni lo que tenia que hacer. En el momento que yo me paré a pensar por mi mismo, lo que estaba haciendo para mí, fue cuando me explicó otros matices pero sin darme una verdad absoluta que negase lo que yo habia pensado.
Desde entonces, y cada vez que me lo ha preguntado me he tenido que reir
recordando ese primer momento. Cuando ve mi cara de desesperación haciendo la tecnica de turno al reves y frustrandome mientras empiezo a creer que tengo dislexia. Desde el cariño alguna vez contestaré "no sé que estoy haciendo" mientras me rio de mi mismo y de los posibles elefantes voladores que estoy imaginando en mi cabeza.
Pero siempre volvemos a lo mismo. Entiende que estas haciendo tu, para ti. Aunque sea diferente, aunque no sea lo que estamos haciendo, pero al menos estas entendiendo lo que haces. Aunque no sea lo que estemos haciendo en ese momento, habrás entendido lo que tu mismo estás haciendo, y por tanto identificarás que "eso no es lo que estamos haciendo en ese momento." Cuantas veces habré oido esa frase también.
Siempre me ha parecido muy valioso esta pregunta porque daba validez a lo que estaba haciendo. Me daba validez a mi, a mi aprendizaje, a mi recorrido, a mis intentos, a mi esfuerzo y a mi opinión de mi mismo. Sobretodo, me hacia recordar que es un arte marcial. Igual si no estoy haciendo algo efectivo, al menos es artístico y nos hace ser capaces de reirnos de nosotros mismos al darnos cuenta de que siempre hay espacio para mejorar. Exigete mucho, pero no seas tan duro contigo mismo.
En palabras de la Shihan Pilar Martínez en un seminario de Kenpo Kai: "No te aceleres. Cuando encuentres un obstaculo o no entiendas algo. Baja revoluciones. Hazlo despacio, lento, suave...y poco a poco tomará forma en tu cabeza. Cuando lo entiendas, saldrá solo"
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